dilluns, 9 de novembre del 2009

Y el leviatán capitalista se abatió sobre Berlin.

El 9 de noviembre de 1989, imbécil yo, me alegré de lo que estaba pasando. No es que no supiera cómo se las gasta la brunete mediática. La capacidad infinita que tiene de pintar de negro lo que es blanco. Era joven y creo que me dejé llevar por el entusiasmo, la espontánea alegría que mostraba aquél puñado de personas encaramadas a la pared. Recordemos que la inmensa mayoría de ciudadanos de la RDA se quedaron esa noche en sus casas. Pero la corriente periodística dominante lo contó como si todo el pueblo de la Alemania Oriental hubiese cruzado la frontera al unísono. Repetido hasta la náusea, ése fue el mensaje que acabó pasando.

Después vino lo que tenía que venir. La OPA hostil de la RFA a la RDA. La transformación de los alemanes orientales en ciudadanos de segunda clase. La destrucción sistemática de sus fábricas, sus cooperativas agrarias, sus medios de vida. La humillación de sus honestos cuadros socialistas. Hay que leer a Gunther Grass, amigos.

Nos quedan algunas cosas. El orgullo y admiración por un sistema que logró el nivel de vida más alto de todos los países del este, pero con equidad. La lección de dignidad que dio Erik Honecker cuando un vengativo tribunal occidental quiso humillarlo. La legión silenciosa de ciudadanos de la RDA que siguen defendiendo el sistema que conocieron.

La historia nos enseña que el tránsito hacia el socialismo es lento y tortuoso.

divendres, 28 d’agost del 2009

Las recetas liberales y el mercado del trabajo en España.

Vicenç Navarro en estado puro, de nuevo chez Ettore Hag. Como dice al final de su artículo, haré modestamente lo que pueda por difundirlo. Vale la introducción de la entrada anterior.

“Un argumento que economistas y pensadores liberales próximos al mundo empresarial y financiero del país han dado para explicar el elevado desempleo en España ha sido que la testarudez de los sindicatos en su defensa de los intereses de los trabajadores con contratos fijos ha causado el elevado desempleo de los trabajadores con contratos temporales. Según tales autores, los sindicatos son excesivamente fuertes en España y tienen una excesiva influencia sobre el gobierno socialista español, el cual – según tales autores- no tiene el coraje político de hacer las reformas necesarias en el mercado laboral, facilitando el despido de los trabajadores, a fin de que los empresarios puedan contratar a nuevos trabajadores, sin temor a que una vez contratados tengan que mantenerles en su plantilla para siempre. Según tales voces, la mejor manera de estimular la creación de empleo es bajar el coste del despido de los trabajadores fijos pudiendo despedirles más fácilmente. El empresario contratará a más trabajadores si es consciente de que puede despedirlos más fácilmente. De esta teoría se deriva que el empecinamiento de los sindicatos en defender a los trabajadores con contratos fijos (la mayoría de los cuales protegen a los hombres de edad madura) haga difícil contratar a gente joven y mujeres. Esta explicación aparece constantemente en la prensa diaria. Muchos artículos aparecen una y otra vez haciendo referencia al hecho que la defensa por parte de los sindicatos de los insiders (en inglés, los que están dentro del mercado de trabajo) es responsable de la situación de los outsiders (los que no consiguen trabajo). Durante los últimos meses, la población ha estado bombardeada con artículos subrayando que los representantes de los trabajadores –los sindicatos- son los auténticos responsables del elevado desempleo en España.El gran poder del mundo empresarial en España (y consiguiente poder mediático del pensamiento liberal en los medios de información y persuasión) determina que esta explicación haya alcanzado la categoría de dogma en nuestro país. El problema que tal dogma tiene, sin embargo, es que como todo dogma se reproduce a base de fe y no a base de evidencia. Valga subrayar que tal dogma se ha promovida por los medios liberales cada vez que el desempleo en España ha incrementado. Se utilizó en los años ochenta, se volvió a utilizar en los años noventa y ahora se utiliza de nuevo en la primera década del siglo XXI. Tal dogma ha sido el determinante de que haya habido nada menos que cuatro reformas del mercado del trabajo desde que tenemos democracia en España.El apoyo intelectual a tal creencia es la evidencia que -según tales autores- presenta EE.UU., supuestamente el país más liberal de la OCDE (el club de países más ricos del mundo). En EE.UU. se puede despedir al trabajador muy fácilmente, lo que explica –según ellos- que el desempleo en EE.UU. sea menor que en España y que en el promedio de los países de la UE-15. Es más, el hecho de que EE.UU. probablemente salga antes de la Gran Recesión que España y la Unión Europea, se debe –según tales autores- a la mayor facilidad de los empresarios estadounidenses de poder despedir a sus trabajadores.Los datos (los testarudos datos, como diría mi maestro, Gunnar Myrdal) sin embargo, no avalan tales tesis. En primer lugar, España ha tenido cuatro reformas laborales, todas ellas encaminadas a desregular el mercado de trabajo, sin que ello se haya traducido en la disminución de la tasa del desempleo en momentos de recesión. Independientemente de los méritos o desméritos de tales reformas, el hecho es que su impacto en la variación de las tasas del desempleo, durante los momentos de recesión en el ciclo económico, ha sido muy reducido.La segunda observación que merece hacerse es el cambio adoptado por el Secretariado de Empleo de la OCDE que en su día promovió la desregulación de los mercados de trabajo como la medida más eficaz para crear empleo y disminuir el desempleo (ver The New OECD Job Study. Facts, Análisis and Strategies.1994) El fracaso de tales medidas (para alcanzar aquellos objetivos) hizo que tal Secretariado reconociera más tarde que no había relación entre el grado de regulación de un mercado de trabajo y la tasa de desempleo del país (ver The New OECD Job Study. 2006). En realidad, algunos de los países con mercados de trabajo más regulados, como los escandinavos, han tenido el desempleo más bajo de la OCDE.La tercera observación que debe subrayarse es que, EE.UU., el país modelo para los pensadores liberales, tiene un desempleo mucho mayor entre los jóvenes y entre las mujeres que entre los varones de edad madura, y ello a pesar de ser un mercado de trabajo muy desregulado. La diferencia entre las tasas de desempleo de los jóvenes y la de los adultos no es muy distinta a la existente en los países de la UE, incluyendo España. Hoy, en EE.UU., las tasas de desempleo entre los jóvenes (tanto el grupo de 19 a 24 años, como el de 24 a 34 años) es casi el triple y el doble, respectivamente, de la tasa de desempleo de los varones adultos de 35 a 55 años. Tal diferencial en la tasa de desempleo entre jóvenes y adultos es incluso mayor (cinco veces mayor) cuando se compara la tasa de desempleo de los trabajadores jóvenes afroamericanos con la de los varones adultos blancos. Tal diferencial en las tasas de desempleo entre hombres y mujeres es menor que el existente entre jóvenes y adultos, situación que tiene poco que ver con la desregulación del mercado de trabajo. La causa del menor diferencial en la tasa de desempleo entre varones y mujeres se debe a la mayor destrucción de empleo en la manufactura (donde los varones son la mayoría) que en los servicios (donde las mujeres son la mayoría).Una cuarta observación que debe destacarse es que la probable recuperación económica más rápida de EE.UU. versus la europea y española tiene poco que ver con la mayor desregulación de los mercados de trabajo estadounidenses. La causa de la más rápida recuperación en aquel continente radica, primordialmente, en que la inversión pública del gobierno federal de EE.UU. en su estímulo económico es más del doble (en términos porcentuales sobre el PIB) que el que ha ocurrido en España y mucho mayor que en la UE-15. Es un indicador de incoherencia que la mayoría de los pensadores liberales (que atribuyen el desempleo a las supuestas rigideces del mercado laboral) se hayan opuesto al crecimiento del gasto público para estimular la economía. Que el empresariado contrate, o no, más trabajadores depende primordialmente de sus expectativas en cuanto a la demanda de sus productos. Cuando esta demanda es muy escasa (en parte debido a la reducción de la masa salarial, que los liberales incluso quieren reducir más), entones el sector público tiene que expandir su gasto público para estimular tal demanda. Allí está el meollo de la cuestión. Las derechas en España, y sus portavoces liberales, son responsables del retraso en la recuperación española al oponerse a un mayor estímulo económico, sustituyéndolo por propuestas de desregulación del mercado de trabajo y de reducción de los salarios (que empeorarán todavía más la situación de elevado desempleo).Una última observación. Se ha puesto de moda entre algunos economistas liberales hablar de flexiseguridad. Pero parece que no entienden lo que es y de donde deriva. La necesaria flexibilidad laboral que requiere cualquier economía para ser eficiente no puede conseguirse a base de desregular más y más el mercado de trabajo aumentando así la inseguridad de los trabajadores (el 63% de trabajadores con contrato fijo tiene temor a perder su puesto de trabajo en España). La flexibilidad laboral se consigue a base de aumentar la seguridad del trabajador, tal como han hecho los países de mayor tradición socialdemócrata del norte de Europa, (con sindicatos fuertes y con muchos años de gobierno de izquierdas). Tales países tienen estados de bienestar altamente desarrollados con un gasto público social mucho, mucho más elevado que España. Ellos están a la cabeza y nosotros estamos a la cola de la Europa Social. Seguridad implica, no sólo programas de formación profesional, sino también servicios, transferencias y apoyo al trabajador y a su familia en momentos de transición y movilidad laboral. Esto es lo que no entienden o no desean entender los pensadores liberales, pues son ellos los que se han opuesto y son responsables del escaso desarrollo social de España. El liberalismo (que aparece, al menos hasta hace poco, también en los equipos económicos de los gobiernos de centroizquierda) ha hecho mucho daño al mercado de trabajo y a la economía española. En realidad, su gran visibilidad mediática se debe, no a la fortaleza de sus argumentos (que son muy débiles), sino a las enormes cajas de resonancia que el capital financiero y empresarial les ofrece. El mejor ejemplo de lo que digo es que soy consciente que un artículo como el que firmo tendría poca cabida en los medios de mayor difusión del país, medios que se caracterizan por su escasísima diversidad ideológica. A lo máximo que llegan es a publicar artículos de Paul Krugman o Stiglitz, sin nunca dar cabida, sin embargo, en sus páginas a los economistas críticos del dogma liberal que existen en nuestro país. Por favor, si encuentra este artículo interesante distribúyalo lo máximo posible.

Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra, y profesor de Policy Studies and Public Policy. The Johns Hopkins University.

dimecres, 8 d’abril del 2009

La silenciada causa de la crisis

Aquí tenemos un nuevo artículo de uno de mis gurus favoritos, Vicenç Navarro, matasanos accidental y sobre todo catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra, además de profesor de Políticas Públicas en la John Hopkins University. A Navarro se le conoce sobre todo por sus artículos de "El País" sobre estado de bienestar y políticas sociales, aunque son notables también sus libros, de los cuales cabría destacar "Bienestar insuficiente, democracia incompleta" (Alianza Editorial). En sus artículos y publicaciones llama poderosamente la atención el rigor a la hora de documentarse y la profundidad y agudeza de su análisis; dada su trayectoria, no sorprende en cambio su decidida toma de posición por la clases sociales más vulnerables. El artículo es del 31 de marzo pasado.

La silenciada causa de la crisis

“Estamos en una crisis económica y financiera profunda que puede abocar rápidamente a una depresión mundial semejante a la que ocurrió en los años treinta del siglo XX. De ahí que sea importante ver si las dos crisis mundiales tienen causas comunes y si hay similitudes o diferencias entre ellas. Comencemos por las diferencias, y la más importante es que la situación existente en los países desarrollados es hoy muy distinta a la de los años treinta. Existen ahora sistemas de protección social (como los seguros de desempleo) que no existían entonces.
Ahora bien, también hay semejanzas y una de ellas, la más importante y que ha pasado desapercibida en los medios de información españoles, es la enorme polarización en la distribución de las rentas que existió en los años que precedieron a la Gran Depresión del siglo XX, y que existe ahora. En la gran mayoría de países de la OCDE hemos visto desde los años ochenta un gran crecimiento de las rentas del capital a costa de una disminución de las rentas del trabajo, alcanzándose una concentración sin precedentes de las rentas en los sectores más pudientes de las sociedades avanzadas, con una disminución del porcentaje de la masa salarial sobre la renta nacional (y ello a pesar de que el número de trabajadores ha aumentado). Esta situación es resultado de la llamada revolución neoliberal (iniciada por el presidente Reagan en EEUU, y por la señora Thatcher en Europa) y sus políticas públicas liberales regresivas (bajadas de impuestos de las rentas superiores, aumento de la regresividad fiscal, desregulación de los mercados de trabajo y descenso de la cobertura de derechos sociales y laborales, entre otras) que han acentuado las enormes desigualdades de renta en la mayoría de aquellos países, alcanzando niveles sin precedentes desde la Gran Depresión. Y ello ha ocurrido en ambos lados del Atlántico, acentuándose todavía más en los últimos años. En EEUU las rentas del capital ascendieron como nunca antes había ocurrido mientras que las rentas del trabajo descendieron de un 68% en 1992 a un 62% de la renta nacional en 2005.

En la Unión Europea pasó algo semejante. Las rentas del trabajo han sufrido un enorme bajón, pasando de representar en los países de la eurozona (que son los que llevaron a cabo aquellas políticas neoliberales con mayor contundencia, estimulados por la Comisión Europea y por el Banco Central Europeo) el 70% de la renta nacional en el año 1992 al 62% en el año 2005. En España las rentas del trabajo pasaron de representar el 72% de la renta nacional total al 61% en el mismo periodo. En otras palabras, el periodo neoliberal fue un periodo de gran exuberancia para el mundo empresarial (y muy en especial para el mundo financiero) que vio en la UE-15 crecer sus beneficios durante el periodo 1999-2005 un 33%; en la eurozona subió un 36% y en España un 73%, más del doble que el promedio de la UE-15. Los costes laborales, sin embargo, crecieron sólo un 18% en la UE-15 y en España sólo un 3,7%, una quinta parte del promedio de la UE-15. Una consecuencia de la polarización de las rentas y del descenso de las rentas del trabajo, ha sido la disminución de la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora y de la demanda con el consiguiente endeudamiento de las clases populares.

En EEUU la familia promedio que debía 40.000 dólares en 1980 pasó a deber 130.000 dólares en 2007. Una situación semejante ocurrió en la UE. Este endeudamiento creció enormemente hasta que se hizo insostenible. Por otra parte, las exuberantes rentas del capital se invirtieron en actividades especulativas, y muy en especial (en EEUU, España y Gran Bretaña) en la vivienda, desarrollando una burbuja que al explotar (debido a la enorme especulación y excesiva construcción) creó el colapso del crédito, pues la vivienda es el aval más utilizado por las clases populares para conseguir crédito. Contribuyendo a ello es la existencia de un sistema financiero altamente contaminado con productos tóxicos que nadie sabe cuántos ni dónde están, convirtiéndose en lo que se ha definido como bombas financieras de destrucción masiva.
Mientras que las semejanzas en el origen de la crisis a ambos lados del Atlántico son muy notables, las respuestas son muy diferentes. En EEUU las fuerzas progresistas están respondiendo con medidas similares, aunque menos intensas, que las que desarrolló Franklin D. Roosevelt en el New Deal. Un aumento muy notable del gasto público en inversiones y servicios públicos (como sanidad y otros servicios), financiando tal gasto con un incremento en los impuestos de los sectores más pudientes de la población (que se beneficiaron enormemente de las políticas liberales) y permitiendo un crecimiento del déficit federal hasta alcanzar un 12% del PIB. También un reforzamiento de los sindicatos para aumentar los salarios, un elemento clave de la recuperación de la demanda, tal como hizo Franklin D. Roosevelt con la Ley Wagner que estableció los sindicatos y que la Administración Obama (presionada por las clases populares y por los sindicatos) está expandiendo para facilitar el incremento de los salarios y de la demanda.
En la Unión Europea, sin embargo, bajo un dominio conservador liberal (excepto en España), la respuesta ha sido enormemente insuficiente. El estímulo económico ha sido mucho menor que el aprobado por el Congreso estadounidense; el Pacto de Estabilidad continúa penalizando a aquellos estados que tienen un déficit de más del 3% del PIB, y los gobiernos están proponiendo que los trabajadores congelen sus demandas salariales como manera de salir de la crisis. Todas ellas medidas contrarias a las necesarias en estos momentos en que debieran revertirse las políticas regresivas que causaron la polarización social, responsable de la crisis de entonces y la de ahora.